Conversaciones con mi psiquiatra

Era una época extraña. Mi psiquiatra largó la carcajada cuando le dije que me había convertido en una “prostituta de los conocimientos”. Y bueno, es el rebusque que encontré.

Facilitaba las tareas a los chicos “bien”. Repartía folletitos a la salida del colegio. Así arranqué. Se fue corriendo la bola. Hice trabajos de todo tipo. Biología, Prácticas del Lenguaje. Sobre todo, Tics. Aprendí mucho.

El encuentro con el primer cliente fue gracioso. Quince años. Su estado de WhatsApp: durmiendo. Flasheé una reunión de dealers. Lluvia torrencial. Me encontré en la fotocopiadora de la esquina del colegio. Me acercó el paraguas. Le di el trabajo en un folio. Aproximaciones a la filosofía cartesiana. Lindo tema. Me dio la guita en un sobre. No la conté. El padre lo esperaba en una mega camioneta en doble fila. ¡Lo bueno que estaba el padre! Ahí empezaron los problemas. Corté los mensajes antes de la primera cita.

Con la guita que junté, me hice de una compu nueva. A veces pienso que los chicos están en otra cosa. Que les combine la funda del iPhone con el outfit. Ojalá me equivoque.

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