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emilianabalmaceda

Juego de niñas

Actualizado: 25 jun


 

“Las palabras sin experiencia carecen de sentido”.

Lolita, Vladimir Nabokov

 

Me habían dicho que tuviera cuidado con Leticia Maldonado. Se corría la bola de que era muy ávida en varias cuestiones. Las chicas la detestaban; apenas la veían bajar a la sombrilla, tomaban el rumbo contrario. No la podían tener cerca. Lo cierto es que no me dejaba llevar por los chismes de la playa. Se decían tantas cosas que, si las tomaba en serio, ¡no zafaba nadie!


Después de un día espectacular, fui al vestuario y estaba repleto. La cola para bañarse era eterna, clásico de los días de cuarenta grados. Nadie quería irse temprano. Estela, la encargada, a los gritos, apurando a las pendejitas que jugaban a tirarse agua entre las lonas que separaban cada ducha. Las mujeres secándose en pelotas en el medio, alguna que otra pudorosa haciendo malabares para que no se le viera “nada”, porque los tres cambiadores estaban ocupados por turistas. Seguro.


Frente a las duchas había un gran asiento de madera, repleto de bolsos, vestidos colgados en perchas, toallones. Entre el quilombo, Leticia observaba sentada. Las minas pasaban una atrás de otra a las duchas y ella no se inmutaba. Cuando tocó mi turno, le pregunté si estaba esperando: con la cabeza me dijo que no. Entré y estiré la cortina. El agua salía bastante caliente todavía, así que me relajé. Me puse shampoo varias veces. Mientras me lo quitaba, me entró en los ojos; abrí apenas la cortina para refregarme con la toalla y la vi. Me estaba mirando. Enseguida pegué un manotazo a la cortina y me puse acondicionador. Me enjuagué con cuidado. Cerré la ducha y agarré el toallón. Mientras me secaba, la cortina se movía y pude ver que me seguía mirando. Salí sofocada.


(In progress)  💘



Fuente: Web

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